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Panteón Rococó corazones complacidos y cuerpos agotados en la Arena CDMX

El pasado domingo siete de abril, se llevó a cabo la segunda noche consecutiva de Panteón Rococó, en un spot digno de celebración a lo grande, La Arena Ciudad de México.

Para comenzar a calentar los motores, desde Francia llegó Dub Inc, encargándose de poner a bailar a todos al ritmo del reggae. El recinto comenzaba a llenarse cada vez más y los aplausos no dejaban de sonar. La banda europea tocó alrededor de una hora, para así abrir paso a la agrupación que todos esperábamos aquella noche.

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El momento llegó. Eran las ocho treinta y las luces se apagaron; los gritos más agudos se hicieron presentes, puesto que Shenka y compañía, por fin estaban pisando la tarima. Comenzando con rolas como “Cúrame” y “Pequeño Tratado de un Adiós”, el Panteón se apoderó totalmente de su audiencia y demostró por qué son una de las bandas nacionales más representativas.

El festejo se convertía en “círculos de paz y baile”, los mexicanos atesoraban el gusto por el ska y dejaban llevarse por él. Para prender aún más la fiesta, Dr. Shenka citó a la tarima al campeón nacional de freestyle, Aczino, interpretando juntos “Buscándote”, una de las favoritas que posee la banda.

Los minutos pasaban y no podían sentirse, sonaban clásicos como “Vendedora de caricias”, “Fugaz” y “Estrella roja”; niños, adolescentes y adultos compartían el gusto por corear sus canciones favoritas.

La euforia estaba en su máximo esplendor, los Rococó complacían a su público, pero, por si fuera poco, decidieron llamar a un invitado más, en esta ocasión no fue alguien poco experimentado, sino todo lo contrario. El legendario Oscar Chavez interpretó “Perdón” de una manera inigualable, logrando así, el toque old school que mencionaba la banda previamente.


El concierto parecía no tener fin, la energía de todos los presentes era inagotable. Más de dos horas de show en la segunda noche consecutiva de ska. Para complacer a sus fans, el vocalista de la banda comenzó a preguntar qué canción querían, acto seguido, decidieron tocar pedacitos de canciones con autoría de Los Fabulosos Cadillacs, Los Estrambóticos e Inspector.

No había una sola alma presente que no moviera los pies o quisiera meterse a los slam gigantescos que se armaban. Para la recta final del evento, decidieron traer a la última invitada. Se trataba de Lila Downs, que venía desde Oaxaca para regalarnos ese sabor regional que la caracteriza.

Sin duda alguna, fue una homogeneidad de corazones complacidos y cuerpos sumamente agotados, puesto que interpretaron sus más grandes éxitos como “La carencia” “La dosis perfecta” y “Que borracho estoy”.


Panteón Rococó deja en claro una vez más, el por qué se han convertido en una de las bandas que más nos caracteriza en México, además de tener bien merecido el título de headliners para cualquier venue. Esto fue Infiernos en la Arena. ¡Vaya que sacamos los demonios a bailar!