Cuando Alexandre se enamoró de la música, a los 23 años, eligió una guitarra. En ese momento, no esperaba que esto alterara tanto su vida. Alexandre aprendió música solo, de forma totalmente autodidacta. Encuentra una manera de expresar sus emociones y su sensibilidad.

Durante su infancia, se dejó arrullar por los clásicos francófonos, Brel, Ferré, Nougaro, pero también por los angloparlantes, como Pat Metheny, David Gilmour y Peter Gabriel. Esta atracción por la cultura anglosajona le decidió a cruzar el Atlántico. Alexandre permaneció allí durante más de un año, recorriendo las salas de conciertos de Los Ángeles y perfeccionando su técnica de guitarra con prestigiosos mentores.

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De regreso a su Bélgica natal, con la cabeza llena de historias que contar, Alexandre continúa las escenas con un nuevo grupo de músicos que lo acompañan (con batería, bajo y él mismo en sintetizador/piano, además de en la guitarra).

Poco después, hizo una aparición televisiva en Eurovisión e incluso compartió escenario con Jean-Louis Aubert y La Grande Sophie. Mezcla géneros con la canción francesa gracias a sus cualidades como músico, escribiendo textos poéticos que rebosan autenticidad y sobre todo humanidad. Su música atraerá especialmente a los fans de Bernard Lavalliers, Ben Mazué y Francis Cabrel.

“Estos momentos de creación me trascienden, me superan. ¡Es un abandono sin cálculo, sin objetivo! En los últimos tiempos no han faltado temas, ya sea la extraña realidad económica, política o humana, que ha hecho y sigue haciendo vacilar a los más valientes entre nosotros. Está también esta inmensa ola espiritual, que está inundando el inicio del siglo XXI. ¡Qué momento tan increíble para inspirarse!