Que rápido pasa el tiempo, fue justo hace un año cuándo la industria de la música recibió una noticia que nadie se esperaba, el enigmático camaleón había fallecido. En años pasados Bowie había sufrido un ataque cibernético en sus redes sociales, donde comentaban y hacían suponer de manera oficial que el británico había pasado de vida, pero en ese entonces el mismo músico y sus familiares desmintieron esa noticia.
Pero como hablar Robert Jones sin tocar sus inicios y cómo llego a traspasar tantas generaciones, el cómo se convirtió en el amado ídolo, en el multifacético más drástico de Inglaterra.
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Todos los músicos tienen una historia que contar sobre cómo floreció su amor por las melodías y la composición, algunos eruditos del ámbito y otros por casualidad, pero en el caso de Bowie, su afición por ella comenzó desde niño cuándo estudiaba en el Burnt Ash Junior School, donde musical y artísticamente lo consideraban superior a los demás niños del colegio. Sin embargo, su gusto por la música se vio consolidado por la colección de vinilos de su padre cuya albergaba artistas Frankie Lymon, Elvis Presley y Little Richard entre otros. Bowie estudió arte, música y diseño, como así también trazado y composición tipográfica, tiempo despues su hermanastro lo introdujo al mundo del jazz y esto llevó a su madre a regalarle un saxofón alto para después recibir clases de un músico local, fue aquí donde el camino de David comenzó.
David Bowie comenzó su carrera cantando y tocando el saxofón en pequeños locales y también en institutos de su ciudad, con músicos aficionados al espectáculo como The Manish Boys, David Jones & The King Bees o Lower Third. A finales de la década de 1960 comenzó a grabar sus primeros sencillos, que luego se integrarían en su primer álbum, David Bowie (1967). Se interesó además por el teatro, llegando a formarse como mimo y actor con Lindsay Kemp, una influencia que se dejaría notar más tarde en sus actuaciones.
En 1969 grabó el álbum Man of Words/Man of Music (que después cambió su nombre a Space Oddity), en el cual se incluía el single “Space Oddity”, que llegaría al puesto cinco de las listas en el Reino Unido. Después de realizar actuaciones en diversos países, entabló amistad con el que se convertiría en su nuevo mánager, Toni De Fries. En 1970 y 1971 publicó los álbumes The Man Who Sold The World y Hunky Dory, en los que ofreció una provocativa imagen andrógina, en consonancia con el glam, la tendencia que dominaba en aquel momento el rock británico.
A partir de 1972 empezó el gran ciclo de transformaciones que caracteriza su personalidad camaleónica: en The Rise and Fall of Ziggy Stardust and the Spiders from Mars encarna a una estrella bisexual del rock procedente de otro planeta (considerado por mi como unos de los mejores discos de los 70’s y uno de mis favoritos en mi colección musical) , Ziggy Stardust es considerado el alter ego del británico y fue justo en éste cambio cuando su orientación sexual se convirtió en un misterio, que parece que nunca se resolvió por completo. Esta tendencia a la ambigüedad continuaría en Aladdin Sane (1973, portada donde el icónico “Rayo de Bowie” nació), su siguiente trabajo. Ese mismo año Bowie posó junto a la modelo Twiggy en la portada de Pinups, un compilatorio de algunas de las mejores canciones del rock de los 60, y apareció desnudo en la carpeta de su álbum Diamond Dogs (1974).
Las canciones de Bowie generaban una atmósfera futurista, obsesiva, donde daba cabida a breves guiños dirigidos al rock estadounidense y desarrollaba profundas y densas secuencias por las que desfilaban personajes orwellianos (el Gran Hermano de la novela 1984, de George Orwell), arquetipos de una modernidad decadente o personajes que parecen surgidos del género gótico. En Gran Bretaña las críticas a este último álbum fueron duras, y Bowie decidió dar un giro a su carrera, adoptando una imagen personal más sobria e introduciendo la música disco y el soul como influencias estilísticas en sus composiciones. Se lanzó a la conquista del mercado estadounidense con el álbum Young Americans (1975), que ascendió al primer puesto de las listas de ventas. Con el respaldo de Andy Warhol, con el que trabó gran amistad, su popularidad creció rápidamente.
En esta segunda mitad de la década de 1970 Bowie continuó experimentando con nuevos sonidos. El elemento electrónico estaba cada vez más presente en su música, a través del uso recurrente de sintetizadores y de la manipulación de su voz en los temas. Esto queda marcado en álbumes como Station to Station (1976) y Low (1977), en el que inició su asociación con el músico y productor Brian Eno. Bowie evolucionaba hacia un personaje de aspecto frío y distante, envuelto en largos abrigos de cuero, lo que le valdría el sobrenombre de El Duque Blanco. Heroes (1977) ofrecería estructuras y sonidos aun más densos y complejos. En los años siguientes, y todavía con Eno, Bowie grabó Stage (1978), álbum en vivo resultado de su gira de aquel año, y Lodger (1979), que señalan su vuelta hacia un rock fresco, original y de sencilla comercialización, aunque enriquecido por todas las innovaciones de la etapa anterior. Con Scary Monsters (1980), que seguía esta misma tendencia, terminó otra etapa de su carrera.
Bowie emprendió en ese momento su periodo de mayor éxito comercial, pero también el de más críticas adversas por parte de los especialistas, que le achacaban un empobrecimiento musical. En Let’s Dance (1983) y Tonight (1984) compaginó temas herméticos con baladas que le facilitarían la colaboración con otros artistas, como Iggy Pop, Queen, Tina Turner y Mick Jagger.
Su siguiente trabajo fue Never Let Me Down (1987). Tras un periodo (1989-91) en el que trabajó con la banda Tin Machine, Bowie retomó su carrera en solitario con Black Tie White Nose (1993). Casado con la modelo Iman, comenzaba una nueva y fructífera etapa musical, parecía que sólo le faltaba alguien de acompañante de vida para que sus ideas tomaran una gran evolución. Con Outline (1995), Bowie volvió a transformarse (esta vez adoptaría la identidad de un detective en una urbe futurista, o algo parecido a ello) y recobró, con sonoridades de su época con Eno, su preeminencia en la vanguardia del rock. Earthling (1997), Hours (1999), Heathen (2002), Reality y Club Bowie (2003) son algunos de sus trabajos posteriores. Una grave operación de corazón le obligó a cancelar su gira europea de 2004, y aunque consiguió recuperarse de la misma, no volvió a actuar en directo por seguridad propia, dando así un adiós a los escenarios. Prosiguió sin embargo su labor musical en los estudios, editando nuevos discos como The Next Day (2013) y Black Star (2016), cuyo lanzamiento fue dos días antes de su muerte, donde muchos afirman que ese disco y en especial en la canción “Lazzarus” daba un mensaje que parecía explicar que estaba muriendo.
Justamente hace dos días, en donde tendría su cumpleaños número 70 salió a la luz un EP, llamado No Plan-EP con cuatro canciones inéditas del británico, escuchalas aquí.
Después de un gran y breve recorrido de la figura conocida como David Bowie, podemos decir que no existen palabras que puedan definir lo trascendental que su música fue, su legado artístico ha perdurado a través de los años y su persona cambio perspectivas sociales, rompiendo esquemas y generando nuevas ideas en la comunidad. Ídolo de grandes músicos como Damon Albarn y Arcade Fire, quienes tuvieron la oportunidad de cantar con él. Me gustaría que llegara el día en un futuro en el que generaciones nuevas me preguntaran sobre Bowie, y aunque yo no viví en el auge de su carrera su impacto fue tal que después de 60 años de su primer álbum aún sigue sonando.
“David Bowie is forever”